Por varios frentes, hace poco tuve yo mismo esta oportunidad: perdonar.
Y mira que me costó trabajo, pues mi naturaleza es así, fácilmente tiende al resentimiento. Pero Dios me recordó que: “el PERDONADO, PERDONA”.
Sí, así es, la gente perdonada, perdona. Por lo mismo agradezco a los que me han ofendido por darme una de las más grandes plataformas para despegar aun más alto en mi amor por Dios y por los demás, es decir, aprender una vez más a perdonar.
Sin duda yo mismo soy sujeto del mismo concepto. Y si a mí me perdonaron, ¡¿Porqué no he de hacer lo mismo yo?!
Pasar por alto una ofensa, es un honor alto al que podemos llegar cuando realmente dejamos de cargar las ofensas que nos han hecho otros.
¿Te han ofendido? Ya no lo cargues.
— ¡Tiralo!
— ¡Déjalo!
No sirve para nada y sólo te hará la vida AMARGA y PESADA.
Si tú ya fuiste perdonado, ¡haz lo mismo! El perdonado, perdona. ¡Recuerda que fue OTRO (Jesús) quién cargó esas ofensas!
¡Gracias, Jesus! Por la LIBERTAD a la que nos has invitado. ¡Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios!